Como esta semana tengo menos tiempo del previsto os adelanto la propuesta de viaje. Si estais dispuestos.... nos vamos a Podhpur:
India es el país de las sensaciones, de las emociones, de lo espiritual y lo material… del dolor y de la belleza… de los contrastes y de los colores. Y la ciudad de Jodhpur es la que tiene dentro de sí el color azul. Es uno de los principales núcleos urbanos de la región de Rajasthan y en sus estrechas y sinuosas calles del barrio antiguo abundan las casas pintadas de azul índigo. Son las casas de los bramanes. Y son esas paredes las que han llevado a que Jodhpur se haya llamado la ciudad azul. Entre las vacas sagradas que comen sin descanso, sin miedo y sin prisa por mitad de las calles, aparecen tenderetes de especias, de telas y de frutas que acompañan en la gama de colores a los azules de las calles. Las mujeres de Jodhpur, vestidas con sus saris rojos, azules o verdes, mezclados con el dorado, terminan de inundar las retinas de esos tonos puros tan alejados de nuestras ciudades occidentales.
En Jodhpur tan majestuosos como sus callejones son sus principales monumentos. Las mejores vistas de la ciudad son las que hay en un impresionante fuerte situado en un risco que se levanta
La fortaleza ya se ve impresionante desde la ciudad, pero eso apenas es un adelanto de lo que se podrá disfrutar una vez en el recinto. Si decimos los nombres de los palacios que hay dentro ya nos vamos a poder hacer una idea de la belleza que se encuentra en su interior. En la fortaleza de Jodhpur están el Palacio de
En los salones de los palacios… la luz juega con paredes revestidas de filigranas verdes que le quieren quitar el protagonismo a vidrieras rojas. Hay paredes adornadas con todos los colores del arco iris… hay techos de madera, hay piedras preciosas adosadas…. Y hay muchos turistas. Pero no turistas de aquí, de esta zona del planeta… sino de allí. Los hindúes que viajan para conocer su país se acercan hasta la fortaleza de Johpur y disfrutan viendo su majestuosidad. Pero también disfrutan mirando a los occidentales que llegan acalorados y con los ojos desorbitados no queriéndose perder un solo detalle.
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