martes, 26 de febrero de 2008

Los que pierden


¿Quién ganó? Sé quién perdió. Perdimos los que estuvimos anoche durante dos horas sentados ante la pantalla. Perdimos el tiempo ante dos personajes que dijeron lo que ya hemos oído y leído durante cuatro años y durante la interminable pre-campaña.
No se salen del guión y son fríos... hasta cándidos politiquillos que repiten una y otra vez mensajes ya triturados. Se adivinaba lo que vendría después. Han ganado los asesores, las empresas que están detrás de los sosos trajes azules, de los esquemas prefabricados con números que dan la razón a uno o al otro, según se tomen los discursos. Ha gando la sin sentido y rimbombante Academia de Televisión. Han ganado las televisiones que nos han vendido como gran debate lo que no es más que una mera retransmisión de propaganda enlatada.
A mi, como a tantos de vosotros, los dos candidatos no nos han dicho nada. Faltan todos los que no están allí y sobramos los que estamos aquí... y, a pesar de todo, volveré a sentarme el próximo lunes a ver la segunda parte. Para criticar.
El colmo fueron los programas especiales televisivos de antes y de después... si es que nos quieren convencer de que todo esto es importante. Qué ridículo.

viernes, 22 de febrero de 2008

El anti debate


Lo que pactan los partidos para las televisiones no son debates. Lo que hicieron anoche Solbes y Pizarro no es debatir, es soltar pequeños mítines (encima leídos) sobre bloques de temas pactados y cronometrados. Eso no es hablar, es intercambiar mítines ante las cámaras de televisión. Ni se centraron en los temas económicos que nos preocupan a los que andamos cada día por la calle y por esos trabajos de Dios y de Mahoma... ni supieron salir de las cifras que los asesores les habían marcado. No hay naturalidad, no hay posibilidad de confrontación de ideas. No es eso. Esto, lo que nos venden, es otra vez más un muermo cambiado de nombre.
Y lo que nos espera con Zapatero-Rajoy es más de lo mismo. Lo único que hará soportable verlos es esperar que alguno se salga del guión, lo que es poco probable.
Discursos encorsetados de políticos que confían poco en si mismos. Andróides puestos al servicio de la gran maquinaria de poder.
No es esto. Ni son ellos. Y, además, únicamente son dos...

Imagen: La foto es de El País.

viernes, 15 de febrero de 2008

El ansia de ahogar


Estoy en un nuevo proceso de transformación. Ahora siento, más de una vez, un deseo irreprimible de ahogar. Sí. A alguien. Y muchas veces ese instinto me lleva al cuello de mi hijo. Suele ser después de tener una charla sobre temas diversos. Un día puede llegar esta pulsión después de haberle comprado ropa. A sus nueve años me discute el gusto. No tengo mucho, dice. Por eso la camisa naranja de cuadritos que le acabo de traer es "hortera" y la cazadora marrón estilo aviador es "demasiado americana".
- Bien hijo, entonces vamos a ir tirando todo lo
americano que encontremos en tu habitación y verás que pronto desaparecen juegos electrónicos, maquinitas, pelotas....
- Qué va mamá... si la mayoría de esas cosas vienen de China y Japón.
Ahhh... pienso yo. Entonces será que le
tira lo oriental. Será cuestión de empezar a investigar más por esos mercados!
También emanan los instintos asesinos cuando hablamos de comidas. No le gusta el pan que hacemos en casa (todos ingredientes integrales, ecológicos y demás). Ni los dulces del horno que salen de nuestra cocina (Secretario, por cierto, qué riquíiiiiiisimo está tu pastel de zanahorias). Ni tanto pescado, ni tanta verdura...
Anoche fue explosivo:
- Mamá, no entiendo ya tanta historia con las cosas naturales... déjame comer un poco de química.
Un remate más... cree que en casa hay un exceso de limpieza ¡¡¡¡!!!!!

viernes, 8 de febrero de 2008

Mirando hacia allá


Mientras las polémicas terrenales se centran en lo que el más allá desearía en las elecciones (como si de existir el allí estuviese preocupado por eso) a mi me gusta sentarme a mirar al cielo. Me ha quedado de la infancia y los días de patio andaluz ese gusto por jugar con las nubes mientras van pasando.
Me voy entre ellas cuando se van convirtiendo en un dragón o un gusano... en un hombre deseado o en un pato de goma. Me alejo de ellas cuando tienen el gesto huraño y amenazan con colmillos... pero me hacen reir cuando ponen gesto de chiste recién contado. Me asustan si pasan los minutos y no distingo en ellas nada, porque entonces es como si ese vacío estuviese comiendo dentro de mí... aunque ese temor que a veces me hacen sentir cae rápido pies abajo y aparece juguetona, entonces, una silueta que me recuerda a un elefante.

Me gustan las nubes esponjosas y las que se mueven mucho con el aire. Me apasionan las que veo cuando estoy subida en el avión porque entonces sé que con estirar un brazo jugaríamos juntas... pero nunca me dejan los cristales.