jueves, 20 de agosto de 2009

Los rayos de Venus


Al anochecer, cuando salgo a la terraza de casa, lo primero que encuentro en el cielo es Venus. Me gusta ver la noche recién estrenada. Miro al cielo cuando ya no hay sol. Miro en la noche, igual que hago cada tarde para jugar con las nubes a las formas imaginarias. Y la noche me trae, invariable, la imagen de Venus justo frente a mi. Mi silla está alineada con Venus... y me pregunto... si el sol pone dorada mi piel... si la luna mueve mareas... ¿qué me hacen los rayos de Venus?

miércoles, 12 de agosto de 2009

Noche junto al mar


Es su luz. Es su brillo. Es su forma de iluminar dejando ver lo tenue. Es que deja imaginar lo que hay detrás de las siluetas. Y a su lado. Es que sobre el agua se posa para que la mirada no se quiera apartar... a no ser que aparezcas tú.

sábado, 1 de agosto de 2009

Llegar al fin del mundo


Impresiona. Saber que estás al borde, que te asomas a lo último conocido, hace que salte el estómago. O quizá es el corazón el que se abre camino entre las costillas. No sé qué órgano es, sí sé que se mueve por dentro. Cuando miras hacia abajo. Cuando te dejas llevar por el incesante aire. Cuando eres capaz de olvidarte de todo menos del ruido del agua. Cuando sabes que un océano te está saludando con diminutas gotas de agua sobre la cara... cuando todo eso pasa (y alguna cosa que otra más), realmente te sientes impresionado.



Pensé que si era capaz de abstraerme de casi todo realmente estaría donde estaba, en el fin del mundo. O, mejor, en el ex fin del mundo. En Fisterra.