Al Glawi, bajá de Marrakech a principios del siglo XX, colaboró con los franceses en las dos guerras mundiales y proclamó la tierra santa, lo que le dio un lugar en la historia. La fama se la ganó, además, como refinado mandatario de gustos exquisitos. Mandaba construir suntuosas viviendas en los lugares más hermosos de Marruecos, y uno de los que eligió fue Tinegir. Es una pequeña ciudad que ronda los 30.000 habitantes, que es poco visitada por los millones de turistas que van a Marruecos, pero que tiene escondido un regalo. Es el palmeral que se extiende por los alrededores del Atlas, uno de los más impresionantes de todo Marruecos.
El color del adobe en la construcción de Tinegir hace que la propia ciudad se confunda con la tierra. Las suaves colinas con escasa vegetación asumen las casas de los habitantes de la zona, y en medio de esa armonía, rompe el verde de las palmeras. Un verde intenso que da vida y contrastes a Tinegir.
La mejor vista está en el hotel Sagrho. Por las mañanas, Tinegir amanece con bruma. Una espesa luz blanca tapa el camino que desde el hotel baja hasta el pueblo. Apenas se divisan las colinas marrón suave. Y en la terraza del hotel, mientras se va consumiendo una taza de te, se ve el paso del tiempo. Se ven los segundos, porque con ellos va desapareciendo la bruma del amanecer. El tiempo, personificado en ese liviano manto blanco, va dejando que el cuerpo despierte a través de los ojos. Es la vista la que impulsa a los sentidos. Los montes recortados sobre un cielo que tira a ocre van apareciendo poco a poco. Se van descubriendo. Y ya aparece también el camino de tierra que lleva a Tinergir. Mujeres envueltas en color blanco descienden al pueblo. Con su paso arrastran motas de polvo que delatan su recorrido.
Los detalles desde la terraza del hotel con vistas son infinitos. El palmeral se deja observar tranquilamente. Durante años ha crecido para dar fama a Tinegir y parece orgulloso con las admiraciones que despierta.
La altura del hotel deja ver los tejados de las casas del color de la tierra. En verano es fácil entrever los cuerpos tumbados de los que huyen del calor de las viviendas. En invierno, las noches son frescas, ayudadas por los más de
7 comentarios:
Tiene muy buena pinta ese rincón de Marruecos, Carmen, me lo apunto por si algún día me animo a ir por allá.
Por cierto ¿A que no os imaginariais que en las orillas de los ríos que bajan del Atlas marroquí habita un arbolillo que está declarado en peligro de extinción en La Rioja? -Pues sí, se trata del Loro o Laurel de Portugal (Prunus lusitanica) un arbusto de hoja perenne y lustrosa que se utiliza en jardinería, parecido al Laurel Real (Prunus laurocerasus), aunque en realidad no tienen ningún parentesco con los laureles (Lauráceas) sino con los cerezos (Rosáceas del género Prunus).
Perdón por el royo botánico y saludos, pero es que ya se sabe que "la cabra siempre tira al monte".
Siempre he querido ir a Marruecos. Tengo la sensación de que me quedaría allí una buena temporada.
Toc, toc, toc. ¿Se puede?
Sí, es un buen rincón para perderse de los grupos. Nosotros lo encontramos por casualidad prácticamente, y fue un sitio estupendo en el que disfrutar de días tranquilos de mirar el paisaje y de bañarnos en la piscina del hotel, poo concurrida.
No tenía no idea de lo del árbol (claro, sería raro que lo supiese), pero es interesante, y me gusta que la cabra se tire al monte...
a-escena. Bienvenida! Un placer tenerte, y para que todos lo sepan, un gusto su blog lleno de fotos con alma. A mi me quedaron ganas de quedarme en Marruecos, y estuve todo un mes. Ahora quiero volver, y espero no tardar, que una amiga se ha ido a Rabat de corresponsal para un medio de comunicación nacional y, claro, ha ofrecido su casa...
trenti... ¡Hola! Aaaaadelante (ay, con todas las consecuencias que eso puede tener.... la juventud metida en casa!)
Intentaré ser bueno. Lo prometo.
Además, me han comentado que te dedicas a lo mismo que yo. Otra maestra más...
Marruecos es un pais que tenemos pendiente por conocer, todas las personas que han ido me hamblan bien, después de esta descripción me entran más ganas de ir.
Habrá que ir.
Trenti.... bueeeeno, inténtalo, pero tampoco le pongas demasiado empeño... que los buenos suelen ser aburridos (no sé por qué digo esto, presiento que me arrepentiré mirando al cielo). Y sí, eso parece que el periodismo es lo nuestro ¿no? Te podría enseñar, te podría enseñar.... buenos restaurantes, sitios para tomar un buen vino y algún garito con marcha, poco más.... (aunque me encanta hablar de periodismo, a ver...) Besitos.
J, pues coge a toda la familia en el coche y sin que se den cuenta te los llevas hacia el sur.
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