El sol y la luna eran amantes. Vivían su pasión en un lugar sin divisiones de tiempo, sin interrupciones, centrados únicamente en ellos mismos. El sol, el hombre, rubio y fuerte, sentía adoración por la Luna, morena, inquieta y alegre. Ella llenaba su corazón con el calor que salía de su cuerpo.
Eran felices. Disfrutaban de su amor. La Luna sentía curiosidad por el mundo que había a su alrededor y que ellos únicamente presentían. Y empezó a interesarse por los montes que veía bajo sus pies, por los animales, por el agua que manaba en la tierra...
El Sol, poderoso, fuerte y celoso de esa curiosidad de la Luna, lanzó un potente rayo contra los árboles que ella miraba, provocando un incendio con el que quería que su amada dejase de sentirse atraída por la naturaleza. La Luna, entonces, vio su reflejo en el mar y se acercó para contemplarlo. El Sol, sintiéndose desposeído por unos momentos de la atención de la Luna, sacó de su interior todo el calor que pudo y convirtió el mar en un terreno seco y árido.
Cada elemento que despertaba interés en la Luna era destrozado por el Sol. Y ella se sintió desolada. Supo que el amor que sentía por él no se derretía al ritmo de sus dañinos rayos, pero sí entendió que debía separarse de él. Y lloró mientras se iba alejando.
De sus lágrimas plateadas nació la línea del horizonte. Desde entonces, el Sol y la Luna permanecen separados. Unicamente pueden verse durante unos momentos cada día, esos instantes que separan la noche y el día, y en el que los dos siguen mostrando su mutua adoración. Y, desde entonces, sólo pueden tocarse, enroscarse y besarse durante los eclipses que unen sus cuerpos...
13 comentarios:
Un amor que solo puede existir cuando la felicidad se cree invencible contra la razón...
A mi más bien me parece lo de siempre: muchas miraditas y poco sexo... ¡si es que ni los astros saben vivir! ;-)
Qué aparentemente simple tu cuento...pero cuánta verdad esconde.
Precioso.
Un sol y una luna de otro sistema solar, será.
Porque la luna nuestra siempre ha sido, y es, amante del planeta tierra, al que acompaña y ama desde siempre. Celoso es éste planeta del astro sol; que se mantiene apartado tan lejos y absolutamente despreocupado por nosotros; para el sol mos una insignificante mota en su sistema solar.
El sol no deja de fluir incesante, generoso y multidireccional. Es el planeta Tierra quien, celoso, oculta la luz de aquel a la hermosa luna, a la que tiene atada en corto con su gravedad.
Los humanos que habitamos el planeta Tierra nos engañamos al imaginar amoríos entre el sol y la luna. Porque el sol apenas la ve, por lo pequeña y distante y porque la mitad del día, la oculta el celoso planeta Tierra.
Un beso desde el planeta Tierra.
¡Qué bonito! Carmen. Sí, es cierto, hay amores imposibles y amores que matan. Quizás sea esa la razón de por qué el universo y el cielo son tan extensos, para que puedan cumplirse las sentencias de alejamiento del supremo creador.
Y te recuerdo que también nos debes un "Memecedario" (je, je).
Seguro que la luna y sol tienen un amor plátonico.
Muy bonito... de verdad... :D
¡Madre mía!
¿Tú sabes lo que has escrito? Benedicto ya está preparando un concilio para declarar anti-natura los amores entre los soles y las lunas. ¡Libetinaje!
Estoy de acuerdo con Jóse María.. Hace falta algo más de...'movimiento'
Los amores imposibles puede que sean los más bellos (AICHS!! es que ayer lloré como una burra viendo "breve encuentro")
Un besazo!
Y la felicidad vence ¿sí?
Josemaría... ay ay ay.... y siempre hay lo mismo! Y que razón tienes!
a-escena, miles de gracias.... sabes que te espero por aquí.
curro... no vamos a discutir sobre nacionalismos estelares. Besos terrenales con órbita desconocida.
Mad, kilómetros de alejamiento. (Y ya tengo los deberes)
J, sí, platónico porque la distancia no les deja más.
Manu, besitossss.
Trenti... no nombres al bendito que nos cierran el blog! Ya veo, tú también de la liga de lo mejor del mundo. Me apunto!
nanci, es que al no tenerlos cerca no los vemos tanto! Besitos con lágrima sentida.
Sí, Carmen... la felicidad siempre vence a la razón.
Qué paradoja: "Los eclipses que unen sus cuerpos".
:)
!Que bonito, los amores imposibles.
Me recuerda a la pelicula Leidy Alcon, nunca se podian ver, pero sentian su presencia en todo momento.
Me gusta como escribes.
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