Tenía que haber estado escribiendo entradas, mirando fotos y leyendo. Ellos tendrían que haber tenido que contar sus vacaciones, sus proyectos... tendrían que haber seguido aquí, con su vida, con sus quejas y sus sonrisas. Pero no están. El miércoles dejaron de estar tan bruscamente.
Durante toda la semana he estado de una extraña forma con ellos. Hablando de ellos. Pero con la distancia que dar estar aquí y que sean materia de trabajo.
Es en estos momento cuando de verdad no desearía trabajar.
No sabría explicar cuánto odio trabajar contando muertes.
No sé evitar traer a casa lo que he estado haciendo fuera.
Durante toda la semana he estado de una extraña forma con ellos. Hablando de ellos. Pero con la distancia que dar estar aquí y que sean materia de trabajo.
Es en estos momento cuando de verdad no desearía trabajar.
No sabría explicar cuánto odio trabajar contando muertes.
No sé evitar traer a casa lo que he estado haciendo fuera.
6 comentarios:
No sabes cómo te entiendo, Carmen... A mí me sucede lo mismo, aunque no me toca muy a menudo.
Ahra es cuando se echan de menos esas tediosas ruedas de prensa de temas intrascendentes.
Un beso!
Por cierto Carmen, cuando vuelvas por mi blog no te asustes. Sigue el hilo (Y no lo sueltes). Ya me entenderás. Un beso!
Me alegro ve leerte de nuevo, aunque sea por una noticia tan triste.
La verdad es que aveces es duro, muy duro enfrentarse a situaciones de la vida, como esta e intentar llegar a casa como si nada, eso es imposible supongo, si para el que escucha o ve la noticia le resulta espantoso, para el que la redacta o comenta pues eso...
en fin una tragedia, eso si, tragedias las tenemos todos los días, niños que mueren de hambre en el mundo, de guerras, e incluso de accidentes de automovíl e incluso domésticos, pero no son tan mediáticas, pero si uno lo ve no lo olvida.
Besitos
Hola, preciosa: yo nunca quiero trabajar, pero en tu caso menos todavía. Supongo que hay cosas que no se aprenden en la facultad de periodismo. Es la cruda, jodida y única realidad.
Besos amorosos.
Te entiendo...
Cuando estaba en Cruz Roja (algún día tengo que animarme a escribir sobre ello) y tocaba atender a la gente, y te encontrabas con algún fallecido... aunque para mi fuese trabajo, aunque realmente no conociese a la persona que yacía en el suelo, no podía evitar sentirme triste por él/ella...
Creo que es porque somos humanos, muy humanos, y no podemos evitar sentir pena por la pérdida de vidas de forma tan inesperada.
Hola Carmen, cada vez que vengo y veo esta entrada no sé que decirte, por mucho que intente ponerme en tu lugar sé que es imposible visto desde fuera.
Esta mañana leía en la prensa los últimos datos sobre las conversaciones telefonicas y me ha dado otro vuelco el corazón, todo ha sido terrible.
Así que un besosote y un fuerte abrazo (que sepas que seguimos esperando tu cronica de EtnoSur).
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