Quería mostrar la otra cara de las etapas. El rostro puro y duro del turismo y del negocio que se esconden detrás de la historia y de la naturaleza, pero la imagen me ha traicionado. Queda apenas un símbolo de lo que pretendía enseñar. Es ésta máquina de bebidas. Qué fea... en pleno campo, entre centenarios árboles apareció ella. De camuflaje, con las etapas finales del camino francés.

Las etapas fueron apareciendo cada día como una sorpresa. No leí mucho antes de ir. Y en algunas se dibujó la rabia, rabia porque hay paisajes destrozados, hay naves industriales en mitad del Camino. Hay carreteras y chalés... Hay demasiada civilización en un lugar que no fue así y que ha sido maltratado.
Pero queda lugar para encontrar joyas como ésta:

Y aparece ante los ojos otro espectáculo emocionante para los ojos. Ahora con forma de piedra modelada. Es el crucero de Lameiros, del siglo XVII. Dicen que el más antiguo que se conserva. Y tiene a esta hermosa maternidad en su cima. Mirándola pensé que ya sería feliz si consiguiese no limitar a mis hijos.
La rota cámara de fotos me ha dejado mostrar dos detalles más. El lavadero y el riachuelo.


¡Hubiese querido criticar... pero no me ha dejado la técnica!