martes, 5 de enero de 2010

Lágrimas por Sanaa




No sé qué habrá sido de los niños que en septiembre de 1995 nos lanzaron piedras por las estrechas calles de Sanaa. No sé si una vez que rieron felices y corrieron con todas sus fuerzas para evitar las voces de Miguel, volvieron a sus casas, bañadas por las luces de color que dejan atravesar los cristales artesanos típicos de la capital de Yemen, a contarles la aventura a sus padres; o si se enfrentaron a una mirada severa que les cortó el relato. No sé si siguieron tirando pedruscos a otros turistas aprovechando que miraban extasiados sus deslumbrantes edificios, o si tuvieron que soportar largos discursos que les hayan hecho temer y odiar lo diferente.


Lo que sí me imagino es que sus hijos, si los tienen, seguirán pensando que los que venimos de la zona rica del mundo les enterramos en la pobreza. Ahora todos ellos están bajo la mirada asustada y dispuesta para la lucha de Estados Unidos.

Yemen es territorio sospechoso. Los embajadores abandonarán sus lujos, los extranjeros no tendrán el escaso hueco que les habían dejado, y el país será cada vez un poco más pequeño. Y un poco más de ellos, de los que no quieren un mundo amplio y abierto.

Ya cuando estuvimos allí los hombres de Yemen demostraban lo hombres que eran llevando armas. Tanto, que el yemení que hablaba nuestro idioma con acento cubano y que nos acompañó por sus ciudades pidió prestado un fusil cuando nos acercamos a su pueblo. No quería que los familiares y amigos le viesen desarmado.
Hombres como éstos llenan las calles de allí.


No sé si eran extremistas. No sé si lo son ahora. No sé si más que nada eran prisioneros de una costumbre antigua.


Lo que sí sé es que ellos no deberían estar bajo sospecha. No tienen que ser el nuevo demonio, porque lo se sí sé es que viven en un pequeño infierno que no necesita atizarse más.




Yo también iba armada.
Con lo que se ve entre las manos.
Y me llena de rabia roja leer ahora sobre Yemen.


4 comentarios:

Ghibli dijo...

Hace unos cuatro años estuve a puntito de ir a Yemen. Cómo me gustaría ver Sanaa, La "Manhattan Medieval"... Al final no fue posible y ya entonces pensé que tendría pocas oportunidades. Creo que ahora son nulas.

Feliz 2010 en cualquier caso, Carmen!

Mad Hatter dijo...

El mundo debería ser amplio y abierto como el desierto, pero supongo que todos somos prisioneros de la historia, de la de los países y de la nuestra personal, y eso a veces nos lleva por la mala vida.
¡Feliz año Carmen!

RAFA PÉREZ dijo...

Sanaa es la capital más bella de los países árabes. Una lástima lo que está pasando.

Por otro lado, por la cita de la cabecera de tu blog y tus películas, supongo que pasarías un buen rato con los momentos Walt Whitman y conejo de Down by law.

Tanhäuser dijo...

Durísimo y muy triste, Carmen.
Malos tiempos.

Besos